domingo, agosto 19, 2007

EL NOMBRE DE UNA- EL NOMBRE PROPIO 3

Me entregaba con delirio a jugar con mi nombre. Daba vuelta mi nombre de atrás para adelante (cuando aprendí a escribir fue más fácil, podía dibujar las letras en cualquier parte). Lo partía en dos y combinaba las sílabas de cada mitad… y de nuevo de atrás para adelante… y de nuevo… y otra vez, la última,
la última,
la última,

no, no me canso… una más: ya no las sílabas, sino las combinaciones posibles de cada letra.


Mi nombre contiene muchas posiciones

Mi lengua se arquea para representar
movimientos
anudados

Mi cuerpo
chilla


Nuevos nombres que siempre salían de la astucia de aquel nombre que me llamaba al ejercicio imposible de jugar con él y conmigo. Y un día, una partida nueva: nombres jactanciosos como el mío, un nombre de reina, de santa, de princesa. Ahí orgullosa, en mi lengua, la mentira del cuerpo y, de inmediato, el impacto de descubrir otro nombre que me ladraba furioso: mi nombre aquel, ávido por enamorarme.

Una incógnita: x
Una ecuación elemental de primer grado
Una clave
a la pregunta por el nombre,
el mío.
Un juego absurdo
la equivalencia
X=0
Equis igual a cero.
Una explicación
fulminante.

Mi nombre.
Anhelante.
Ahí,
ya antes de que
atravesara
a mi
madre.

Mi nombre.
Encarnándose en mí
antes de yo poder hablar la lengua de mi nombre.
Estaba ahí
esa cadena
de letras,
mi nombre.

LA CURÁ DE ESPANTO
Mi saliva
destilada
suena